Oda a una castaña en el suelo 
Pablo Neruda (1904-1973), de la obra "Odas elementales"    
        Del follaje erizado 
        caíste 
        completa 
        de madera pulida, 
        de lúcida caoba, 
        lista 
        como un violín que acaba 
        de nacer en la altura, 
        y cae 
        terminado en secreto 
         entre pájaros y hojas, 
        escuela de la forma, 
        linaje de leña y de la harina, 
        instrumento ovalado 
        que guarda en su estructura 
        delicia intacta y rosa comestible. 
        En lo alto abandonaste 
        el erizado erizo 
        que, entreabrió sus espinas 
        en la luz del castaño, 
        por esa partidura 
        viste el mundo, 
        pájaros 
        llenos de sílabas, 
        rocío 
        con estrellas, 
        y abajo 
        cabezas de muchachos y muchachas, 
        hierbas que tiemblan sin reposo, 
        humo que sube y sube. 
        Te decidiste, 
        castaña, 
        y saltaste a la  
        tierra, 
        bruñida y preparada, 
        endurecida y suave 
        como un pequeño seno 
        de las islas de América. 
         Caíste 
        golpeando 
        el suelo 
        pero nada pasó, 
        la hierba 
        siguió temblando, el viejo 
        castaño susurró como las bocas 
        de toda una arboleda, 
        cayó una hoja del otoño rojo, 
        firme siguieron trabajando 
        las horas en la tierra. 
        Porque eres 
        sólo 
        una semilla, 
        castaño,  
        otoño, tierra, 
        agua, altura, silencio 
        prepararon el germen, 
        la harinosa  
        espesura, 
        los párpados maternos 
        que abrirán, enterrados, 
        de nuevo hacia la altura 
        la magnitud sencilla 
        de un follaje, 
        la oscura trama húmeda 
        de unas nuevas raíces, 
        las antiguas y nuevas dimensiones 
      de otro castaño en la tierra.       
      (Pablo Neruda- 1904-1973) 
        
     
  |