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Castañas asadas (1)

Las castañas asadas eran hace miles de años, alimento de pastores y leñadores que aprovechaban el fuego para calentarse y al mismo tiempo para preparar un alimenticio fruto para sus vacíos estómagos. Así comenzó la historia de la fiesta del "Magosto" o fiesta de las castañas asadas, que se celebra habitualmente y como rito, el 11 de noviembre en Ourense, Galiza.

Como dice Cuevillas ("El Bueno"), la melancolía de la estación en ambiente tibio, en la alfombra de musgo, el fondo bucólico de los bosques y el chispear del vino nuevo, las pobres e inocentes castañas se tuestan entre el rescoldo, como si fuesen brujas condenadas a morir en castigo de sus costumbres diabólicas.

La fiesta consiste en reunirse una pandilla de amigos y amigas, en cualquier alto monte que rodea a la ciudad y hacer una hoguera para asar castañas, comiéndolas seguidamente, acompañadas de vino tinto, chorizos, empanada, "lo que caiga" y muchas canciones, juventud y alegría. Vuelven felices y tiznados de hollín, cantando en gallego, bromeando y contando que "estoupavam" (estallaban) algunas que habían sido arrojadas, por broma, sin pellizcar en las brasas.

El rito de encender la primera lumbre de otoño, como precursor del tizón de Navidad, es una antiquísima ceremonia ígnea. Hay un cúmulo de creencias y supersticiones en nuestro antiguo pueblo, relacionadas con las castañas, como la que encontró el inglés Swvinbume, cuando viajó por Galiza en el siglo XVIII y relató que los gallegos iban, la víspera de difuntos, comiendo castañas, en la creencia de que cada una libraba un alma del purgatorio. También se cree que las ánimas del purgatorio bajan el día de difuntos a calentarse en el fuego del hogar, por lo que era costumbre dejarles allí caldo caliente.

En Catalunya también como en toda España, es figura tradicional, aunque ahora ya un poco anacrónica, la castañera en las esquinas, con su artilugio, más o menos preparado, sirviendo castañas calentitas en un cucurucho de periódico atrasado. El grito de "Calentes y grosses! Qui en vol ara que fumen?" es una llamada irresistible. Recordamos, con Dolores Llopart, el verso que recoge Aurelia Capmany.

Calentes y pudentes!
De les vuit les set dolentes
De les vuit les set dolentes
Qui en vol, ara qui fumen?...

 

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