Escójase
un molde redondo, liso, más ancho que alto y de un litro y medio
de cabida y acaramélese.
Váyanse
echando las castañas en un caldero de agua hirviendo, poniéndolas
a cocer a fuego vivo hasta que el pellejito pueda desprenderse fácilmente.
Sáquense entonces por pequeñas partidas (en caliente se mondan mejor)
y móndense. Pésense y pónganse a cocer en una cazuela de barro con
medio litro de leche; háganse cocer muy lentamente hasta que hayan
absorbido toda la leche.
Pásense
entonces por el chino o por el pasapuré, operando muy deprisa para
que el puré resulte más fino. (Si las castañas, después de haber
absorbido toda la leche, no se hubieran ablandado, añádaseles más
leche, pero con medida y según la necesiten, no vayan a aguarse
demasiado).
Póngase
a cocer 2 decilitros de leche, añádase el azúcar y hágase hervir
despacio, moviéndola a menudo hasta que sólo quede un decilitro
y medio, que es la cantidad necesaria. Póngasele entonces el palo
de vainilla y resérvese tapada un poco separada. Límpiese la cazuela
de las castañas, échese en ella el puré, arrímese al fuego, añádase
la mantequilla y, dándole vueltas sin parar, agréguese primero la
leche y en seguida, una por una, las 6 yemas de huevo; viértase
en un barreñito y hágase enfriar. Mientras tanto, bátanse cinco
claras a punto de nieve y añádanse al preparado.
Viértase
éste en el molde, cuidando de no llenarlo y póngase a cocer al baño
María hasta que el agua rompa a hervir encima de la chapa, metiéndolo
entonces en el horno. (Tápese el Pudding para que no se tueste).
Cuando
ha cuajado sáquese del horno, espérese unos minutos (hasta enfriarlo
un poco) y vuélquese en un frutero. Casi cuando se va a servir se
cubre todo el Pudding con crema chantilly, espolvoreándolo, aunque
no es indispensable, con pistachos picados muy finos.
Sírvase
muy frío. Igualmente, se podría darle la forma de rosca, llenando
el hueco con chantilly y decorándolo con guindas confitadas, etc.
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